viernes, 11 de abril de 2008

La música


¿Cómo sería mi vida sin música?

Dicen que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde. Y no hay nada más cierto. Cuando perdí la audición de mi oído izquierdo, pude entender igual que hace tiempo me pasó con la vista, el valor de los sonidos, el valor de escuchar.

Uno de mis deleites en esta vida es oír música.

Escucho cualquier género; desde popular hasta clásica, más los que más disfruto son los clásicos, opera, música de cámara, jazz, gótico, new age, etc.

No tengo oído educado para la música y ni me considero una culta de la misma.
Tan sólo cierro los ojos y dejo que mi oído sano se pierda en las notas, en el sonido que emiten los instrumentos y al hacer eso logro no escuchar el ruido que proviene de mi oído perdido.

Me llega a doler de vez en cuando mi único oído bueno y me angustia pensar que algún día no pueda volver a escuchar música, no escuchar a mi gente, no escuchar al mundo.

Por eso cierro los ojos y me pierdo en la música y la disfruto con tanta intensidad que a veces ciertas melodías me estremecen hasta el llanto, mi sensibilidad se desborda y me transformo en una gigante y compruebo que la música es uno de los inventos más grande de la especie humana. Aunque sabemos que la música también sirve para discriminar.

Pero no importa, mientras siga oyendo la música, ella, me acompañará por siempre.

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